El panorama ha cambiado. Los conservadores pro-vida no son más los grupos sectarios tradicionales, inbuidos en codigos herméticos y convertidos en logias secretas que alimentan mitos urbanos (al menos muchos de ellos no son más así). Eficazmente, se han adaptado a los cambios de los procesos políticos y económicos. Hemos visto cómo es que se han relacionado de modo estrecho con las organizaciones pro-vida internacionales y fundado espacios de trabajo conjunto con estas, en una suerte de globalización de los conservadurismos. Pero también se han introducido en los procesos políticos contemporáneos reconstruyendo las correlaciones con las esferas políticas y económicas en el País..
El proceso está designado por dos lógicas simultáneas y entrecruzadas. De un lado, hay una reconstrucción de las estrategias: formas efectivas y prácticas de relacionarse con el Estado, con los grupos de poder y con las estructuras políticas formales. De otro lado, y este es el tema que nos ocupa ahora, existe una reconstrucción de los simbolos y significantes de su estructura discursiva. Una modificación que permite integrar el aparato de acción en la forma de la democracia y los imaginarios sociales.
Esta reconfiguración ha permitido unificar los discursos clásicos de los conservadores (el respeto de la Tradición y la Iglesia, los valores católicos, las formas de cuidado pastoral, etcétera) en un sistema de salud, educación e implementación de políticas públicasen diferentes campos y temas. Este nuevo discurso es muy poderoso, y su centro radica en la vida. Muestra la relación desde este modo con los saberes médico-científicos, familiares-educacionales, religiosos-políticos, etcétera. Asimismo, descubre formas de regulación de los cuerpos, sistemas de control que se reinventan a razón de los nuevos patrones políticos y de la exterioridad normativa. Los conservadores trabajan en la construcción de un biopoder(a partir de una biopolítica), un sistema para ejercer el control del otro, suspender su autonomía y la capacidad de decidir sobre sí.
La fuerza de las prácticas y estrategias de estos grupos reside ahora en el carácter totalizante del eje de su nuevo sistema de discursos (la VIDA), en su carácter absoluto y en apariencia innegable. Resulta ser un soporte simbólico sumamente difícil de combatir, debido a que se encuentra al centro del significante de los Derechos Sociales y Humanos. Deconstruimos entonces este significante, la vida, y estudiaremos las relaciones con las formas clásicas discursivas de los conservadores, así como las maneras en que se construye un biopoder y un aparato de penetración de los imaginarios y las instituciones políticas formales
FUENTE: MUJICA, Jaris.Economía Política del Cuerpo. La reestructuración de los grupos conservadores y el biopoder. Lima: Centro de promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos. 2007. PP. 65-66
No hay comentarios:
Publicar un comentario